“Rocca quiere salarios bajos y una renta extraordinaria”
La ministra de Industria cuestionó con dureza al CEO del Grupo Techint.
Por: Mariano Beristain
En una entrevista de más de 45 minutos que le concedió a Tiempo Argentino en su despacho del Palacio de Hacienda, la ministra de Industria, Débora Giorgi aseguró que durante el último trimestre de este año la industria va a crecer a un ritmo de entre el 4 y el 5%, apoyada en el repunte del consumo interno y la reactivación de Brasil. Giorgi defendió también los actuales niveles de inversión y elogió el proceso de diversificación que se observó en el sector fabril en la última década. También aprovechó la oportunidad para responder las críticas del CEO de Techint, Paolo Rocca, al modelo económico oficial.
–¿Cuáles son las perspectivas de la industria para lo que resta del año?
–Son buenas. Realmente tuvimos un primer semestre que no calificaría de malo, porque la industria está creciendo al 2% respecto de un trimestre de 2011 histórico, récord, y en este contexto internacional es más que un buen comportamiento. Pero el segundo semestre será más positivo porque está mostrando el efecto de la recuperación de la demanda del sector automotriz en Brasil, donde se dirige gran parte de la exportación de autos. Alrededor del 60% de la producción de coches argentinos se exporta y Brasil es nuestro principal destino con más del 85 por ciento. Esto empezó a recuperarse en junio o julio. En la medida que esto mejora, el sector automotriz es traccionador de otros como el de neumáticos, autopartes, plásticos, donde se ve una recuperación de la demanda que se refleja en el aumento del uso de la capacidad instalada. Por otro lado, en un contexto de sequía en los Estados Unidos, también hay que recordar los buenos precios del agro, que empujan la demanda en algunos sectores como los camiones. Respecto de la economía, también se ve un sector alimenticio que crece gracias a una demanda superior, que está entre el 1 y el 2% arriba. Y si uno exceptúa algunas paradas técnicas en la siderurgia, que generaron una baja en el sector metalmecánico, esperamos que en el último trimestre del año la industria vuelva a crecer a una tasa del 4 o el 5 por ciento.
–¿Y esto, qué implicancias va a tener?
–Creo, además, que no es cualquier industria la que está creciendo, es una industria bien plantada en un contexto internacional adverso, que no solamente tiene un crecimiento de un 10% superior al período previó a la crisis internacional en 2008, sino que además de los motores tradicionales (el automotriz o el metalmecánico) aparecen otros sectores de productos de uso humano o de sanidad vegetal y proyectos de punta como la producción de satélites, la microelectrónica y la nanotecnología. Hay proyectos muy interesantes en marcha. Por ejemplo, uno de ellos es el que estamos liderando con el INTI, el sector privado y Arsat para producir chips que se pueden introducir en los celulares y televisores. Por primera vez empezamos a elaborar chips, que son los elementos más sofisticado, que van a acompañar una industria del software capaz de darle vida. Obviamente que estamos en una industria diferente. Una industria que pueda tener software y electrónica de primer nivel va a generar autopartes de punta y va a mejorar la agricultura de precisión.
–¿La industria automotriz va a retomar la senda del crecimiento?
–Si usted se fija estábamos en caídas del 20% y ahora estamos en caídas del 5 por ciento. Hay que tener en cuenta que el año pasado fue un año récord y llegamos a más de 820 mil autos; independientemente de ello, en septiembre, octubre, noviembre y diciembre va a haber una producción automotriz con subas del 5% con respecto al año pasado porque el mercado interno está tirando. Acá el problema es la recuperación de la demanda brasileña, que está creciendo a tasas interanuales del 15% en promedio. Además, Brasil mantendrá por dos meses más la reducción del impuesto interno a aquellos autos que provienen del Mercosur y, paralelamente, le cobran un 30% más a aquellos autos que son extramercosur.
–Hay sectores de la industria, como el juguetero o el calzado, que evolucionaron de forma positiva, pese a la crisis. ¿Usted a qué lo atribuye?
–Creo que la política de este gobierno es el mantenimiento del empleo y el poder adquisitivo para que el mercado interno traccione a la industria en un mundo muy complejo. Además, están protegidos de la competencia desleal, evitando los abusos de quienes quieren cazar dentro del zoológico maximizando la rentabilidad, cargando precios que no resulten competitivos o haciendo productos que no tengan la calidad correspondiente. Entonces, el esfuerzo del gobierno está concentrado en mantener el mercado interno mediante la recuperación del salario. Por eso hubo paritarias, por eso mantenemos políticas activas que les permiten a las empresas a través de créditos blandos seguir con los procesos de inversión, por eso se mantienen por ley los aumentos a jubilados y pensionados, por eso se reformó la Carta Orgánica obligando a los bancos para que acompañen con créditos blandos a los emprendimientos productivos a tasas del 15 por ciento. Me parece que toda la dinámica que ha adoptado el gobierno durante este año estuvo orientada a apuntalar el mercado interno, dando poder de compra, financiamiento y reorientando los incentivos, que generan un efecto multiplicador más importante a nivel interno.
–¿En qué nivel está la inversión? Porque los sectores críticos dicen que cayó.
–Es importante destacar que la Argentina en el primer trimestre tuvo medio punto menos de inversión global de lo que fue el primer trimestre de 2011, cuando en 2011 tuvimos casi 22,9 puntos sobre el Producto Bruto Interno. Ahora esto se produce en un marco donde ha caído la inversión de capital extranjera pero ha subido fuertemente la inversión en los bienes de capital nacional. Este mito de que en la Argentina no se invierte no es así, porque hoy el determinante de la inversión es el crecimiento, porque mantener estas tasas de crecimiento respecto de niveles históricos récord como fue el año 2011 no es un tema menor, sobre todo cuando uno ve la performance de los países desarrollados.
–El Día de la Industria, el CEO del Grupo Techint, Paolo Rocca, criticó al modelo económico: dijo que ya no atrae inversiones y se refirió de forma explícita a la pérdida de competitividad del sector industrial.
–Hay declaraciones que sorprenden. Cuando uno lee los dichos, básicamente hablan de la competitividad por el salario. Parecería que para algunos, que tienen industrias monopólicas, la competitividad sólo se recupera u obedece al ajuste del salario. No, no es el pensamiento que tenemos nosotros, gracias a lo cual esta Argentina tiene el doble del producto industrial y gracias a lo cual las empresas del sector siderúrgico, como Techint, han podido comprar empresas en el exterior, internacionalizarse y hacer inversiones en otros países. Esto no hubiera sido posible si se optaba por ajustar competitividad vía salarios, porque jamás hubiera sido factible alcanzar un nivel de crecimiento como el actual.
–Históricamente Techint fue el mascarón de proa de las devaluaciones en la Argentina…
–Cuando (Rocca) dice que la competitividad pasa por el salario también está diciendo que como bajar salarios en una paritaria no se puede hacer, señala que la devaluación es el único camino por el cual algunos quieren ganar competitividad, en lugar de hacer inversiones. Porque, claramente, en este grupo hubo compromisos de inversión que no se cumplieron y después se hicieron efectivos a raíz de una acción enérgica del Estado para poder tener un sector siderúrgico competitivo.
–¿Piensa que a Rocca le molesta una actitud más protagónica del Estado?
–Creo que se habla de competitividad y de perder el rumbo y eso se lo vincula al salario con una velada (y no tan velada) presión devaluacionista, y al mismo tiempo dice: miraron las ganancias de las empresas. Entonces, claramente, la idea es tener el salario más bajo posible y tener una renta extraordinaria. Además, me sorprende porque es inconsistente. Nunca hubiera sido posible para Techint alcanzar el nivel de ganancias que tuvo y la capacidad de internacionalización en otros países, porque todo eso lo logró en esta Argentina y con este modelo. Eso hubiera sido imposible con las recetas que está proponiendo, independientemente de que no coincide con un gobierno como el nuestro donde se prioriza la igualdad de oportunidades. La distribución del ingreso es nuestro eje de la política, porque hay que recordar que nuestro modelo viene de la política, no de la economía. Creo que esto es lo que más le molesta al señor Rocca. A mí me gustaría encontrar, en lugar de estas declaraciones funestas de la competitividad del salario y del pedido de devaluación, que planteara cuáles son los proyectos empresarios en materia de investigación y desarrollo de aquellos sectores de punta.
–Hay un trabajo del sociólogo Martín Schorr en el que apunta como los principales beneficiarios del modelo a los sectores concentrados de la industria, en desmedro de las pymes. ¿Qué piensa al respecto?
–Este modelo generó un proceso de crecimiento muy fuerte y al mismo tiempo empezó a transitar una economía más diversificada y menos concentrada. Ahora hay que ver el punto de partida: en el 2003, la crisis del 2001-2002 llevó al súmmum la concentración económica. Pero el renacer de sectores como el textil, calzado, es justamente lo que intenta el contrapeso, el hecho de la sintonía fina, como dice la presidenta, para construir los eslabones faltantes de la cadena de producción, como la aparición del polo de Tierra del Fuego. Acá es un camino que se viene dando a partir de una situación de concentración y de desindustrialización que llevaba varias décadas. Ser industrial en el 2001-2002 era remar contra la corriente. Ahora coincido con Schorr en que estos sectores que vos estás planteando, el siderúrgico, el aluminio, el neumático, son sectores a los que les ha ido muy bien. Por eso cuando hoy estamos planteando una sintonía fina con sustitución de importaciones, mayores inversiones, reinversión de utilidades, precios competitivos, mayor inversión en desarrollo, que fue el planteo de la presidenta el Día de la Industria, claramente estamos viendo que estos sectores tienen la espalda suficiente, producto de muchos años de bonanza donde se ha invertido y se ha crecido. Por eso ahora la solución no puede ser el stop and go, que es ajustar el salario a través de una devaluación.
–Usted se refería a los efectos negativos de la Convertibilidad…
–Es la Convertibilidad y es anterior. Desde 1976, fue el modelo militar de (Alfredo) Martínez de Hoz, claramente. La Argentina está registrando desde 2003 el ciclo más extenso y más fuerte de la historia que se tenga memoria. Acá hubo décadas de volatilidad e incertidumbre. A partir de esto planteamos la necesidad de un tipo de cambio, que tiene que preservar los equilibrios de una industria que necesita insumos importados, pero también de la necesidad de mantener poder de compra de los trabajadores para que este mercado interno siga traccionando a través de la compra en los supermercados y en los centros de compras. Lo que vemos en la calle. «
“No se puede crear un empresariado nacional por ley o decreto”
–Una de las consecuencias de este período de las últimas tres décadas ha sido la extranjerización de la economía, que se nota en los balances de pagos por el giro de utilidades al exterior.
–Obviamente ha habido un proceso fuerte de extranjerización de la economía. Sin embargo nosotros vemos un compromiso de las empresas extranjeras. Sería injusto decir que la mayoría de las compañías extranjeras tiene una postura mezquina en la reinversión de utilidades, no girándolas al exterior y minimizando los giros por royalties. Encuentro un apoyo y un compromiso en algunas empresas como Monsanto, Kraft, Procter & Gamble, Dow, y otras están comprometidas en un proceso de tener una industria más eficiente y aumentar la capacidad instalada, que es la forma de sostener la demanda. Y no porque están comprometidas de corazón, están comprometidas desde los resultados. Por eso creo son falacias aquello que dicen respecto de que no hay clima de negocios: son intereses concentrados corporativos pero cada vez menos, porque mostrar un país que tiene un crecimiento como el que viene registrando la Argentina desde el 2003 hasta la fecha es la mejor carta de presentación para que te asignen inversiones.
–Pero, ¿cómo se hace para darle una matriz más nacional a la economía?
–En determinados momentos la idea de pertenencia, el Estado y la nacionalidad del capital, son importantes. Esto es indiscutible y nosotros hacemos un esfuerzo grande en la creación de un empresariado nacional. Pero tampoco se puede crear un empresariado nacional por ley ni por decreto. Lo que queremos mostrar todos los días es que tenemos un Estado presente, que va a asegurar las inversiones, un mercado pujante, y que prioriza el empleo, y para ellos tiene que estar priorizando un país industrial. Es imposible tener empleo para 40 millones de argentinos sin tener una industria.
La sustitución y el zoológico
–Uno de los efectos no deseados de la sustitución de importaciones puede ser que algunos sectores tengan piedra libre para colocar precios muy altos en el país.
–Las empresas están entendiendo que la defensa de la industria no es un boleto para salir a cazar en el zoológico, y si no lo entienden se los haremos entender porque hay un Estado presente. Nosotros creamos una demanda agregada fuerte y los defendemos de la competencia desleal interna, pero si vemos que se está buscando una renta extraordinaria, que atenta contra la propia sustentabilidad del modelo, generando un precio muy alto o una calidad inapropiada, lo vamos a corregir. En distintos ámbitos del gobierno se ha discutido de costos entre los distintos eslabones de la economía para evitar que algún sector coloque precios superiores a los que se cobran en otros mercados internacionales.
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